viernes, 14 de octubre de 2005

Pequeña historia...

Era una noche de mierda y aun iba a empeorar más. La fuerte lluvia convertía en barro toda la capa de polvo y tierra que cubría el suelo y creaba riachuelos por los que fluían los desperdicios que se acumulaban en las calles. Demasiada basura a estas alturas, la huelga de basureros alcanzaba su tercera semana consecutiva y los sindicatos y el ayuntamiento no estaban mas cerca de llegar a un acuerdo. Y mientras tanto, la gente se ahogaba entre montones de dos metros de alto de bolsas negras llenas de ni se sabe que. Esa misma mañana oímos por la radio que había aparecido el primer caso de cólera
Para acabar de joder la marrana, el callejón estaba mal asfaltado y se había formado una gran piscina por la lluvia al final del mismo. Justo donde encontraron el cadáver.
-He visto mejores escenas del crimen.- dijo con resignación Sheridan. Luchaba para encender un cigarro en medio del chaparrón y la fuerte lluvia, haciendo mil gestos inútiles para interponer su gabardina entre el viento y el mechero. Al final se dio por vencido y arrojó el cigarro calado sobre un inmenso montón de basura.
No le hice mucho caso, quejarse era la especialidad de Jonathan Sheridan. También se le daba bien beber, fumar, jurar y dar palizas. La investigación científica no era lo suyo pero conocía a todo el mundo en las calles y las bandas le respetaban como al tipo duro con una placa que era. Rondaba los cincuenta y había olvidado el significado de las palabras “aseo corporal”. Demasiadas investigaciones de asuntos infernales, demasiadas putas y demasiados actos de indisciplina le habían apartado para siempre del escalafón de ascensos. Pero los jefes sabían que daba resultados, que era un buen cazador de criminales y que las bandas no se salían de las cuotas básicas de crímenes cuando él estaba cerca. Joder, prácticamente el solito había evitado una guerra entre los “Machos” y los jamaicanos hacia tres años. Por eso no le habían despedido. Y por eso era mi compañero, porque cualquier desgraciado que trabajara con él iba a ver mas problemas que cualquier otro poli de la ciudad e iba a ver como sus posibilidades de ascenso se reducían a cero jodidamente rápido. El capitán Watkins había encontrado una buena forma de vengarse de mí contra la que no podía hacer nada.
En cualquier caso era bueno tenerlo a mi lado en aquel momento. No íbamos a sacar una mierda de la escena del crimen, cualquier huella o pista ya estaría borrada con aquella lluvia y aquella maldita piscina de basura en la que flotaba el cuerpo. Nos serían útiles sus contactos en el barrio. Al fin y al cabo, Sheridan había nacido a tres manzanas de aquel mismo callejón.
Es un tópico pero es verdad: las posibilidades de resolver un crimen se reducen drásticamente pasadas las primeras veinticuatro horas. Y estaba claro que los del laboratorio tardarían mucho en sacar algo de este desastre. Los contactos de Sheridan nos ahorrarían muchas horas de preguntas inútiles a todos los vecinos. Él sabía a quien preguntar, quien hablaría y quien no. Con un par de llamadas sabría quien quería ver muerto a nuestro simpático cadáver, a quien debía dinero o a quien se había tirado y no debía haberlo hecho.
Los alegres chicos del forense siempre estaban sobrecargados, así que sabíamos perfectamente que no tendríamos la autopsia hasta dentro de una semana, como mínimo. Todo lo que teníamos eran nuestros propios ojitos y nuestra experiencia. Casi daba saltos de alegría, joder.
Sheridan miró una vez mas al cadáver, dudó un segundo y después entró a grandes zancadas en la piscina de mierda. Cogió el cuerpo por los pies y tiró con fuerza. La verdad es que no había motivos para andarse con cuidado de contaminar la escena. Solo el puto Chernobil lo habría contaminado mas de lo que ya lo estaba.
-Puedo equivocarme pero yo diría que este tío esta muerto.- Su débil intento de humor quedaba refrendado por los agujeros de bala que podíamos ver perfectamente en su pecho. Un cuarenta y cinco o algo así, un arma potente, nada que ver con las mas extendidas nueve milímetros. Algo era algo, no era mal punto por donde empezar.
Incluso con toda la basura que llevaba encima y los litros de agua nauseabunda que le empapaban, se notaba que el fiambre llevaba buenas ropas. Un abrigo caro, chaqueta hecha a medida, zapatos italianos... empezaba a pensar que el conocimiento que Sheridan tenía del barrio no iba a servir de mucho, aquel tipo no era de por aquí.
Me acerqué al cadáver y resbalé. Sheridan me cogió a tiempo y no llegue a caer sobre el muerto. Eso si que habría quedado bien en mi expediente.
Pero no había resbalado con un charco sino con unas pequeñas bolitas que rodaban por el suelo del callejón. Me agaché a verlas mejor. Eran... ¿perlas? Le alcancé una a Sheridan y con ojo de perista experto lo confirmó.
-Esto es autentico, un puto collar de perlas como este puede costar dos o tres de los grandes.
Y aun así, allí estaban, desparramadas por todo el suelo. Empecé a recogerlas todas y entonces lo vi. Un zapato de tacón.
Aparté como un demente un gran montón de bolsas de basura. El cuerpo de una mujer apareció según retiraba mas y mas bolsas. Llevaba un abrigo de piel y un vestido de alta costura. Tenía un tiro en el cuello.
De un movimiento rápido me quité la gabardina y la tapé. Puede que la basura la hubiera protegido de la lluvia y aun encontramos algo útil. Era una esperanza vaga, lo sabía, las bolsas de basura no son el mejor aislante del mundo. Y no es que contaminen poco.
Dos minutos después retiré la gabardina, habíamos montado una pequeña tienda de campaña para tapar la zona y que no le cayera encima mas agua. Entonces pude ver mejor la herida del cuello. Había grandes quemaduras de pólvora, el disparo se había realizado con el cañón de la pistola en contacto directo con la piel.
¿Qué había pasado allí? Normalmente uno pensaría que a una pareja así, en un barrio como este, se les mata para robarles. Pero allí había todo tipo de cosas caras. Puede que el robo fuera mal, que apareciera algún testigo o que pasara cerca una patrulla... Uno estaría tentado a pensar en un encargo, el ricachon del bigote había molestado a un competidor o algo así. Pero desde luego el golpe había sido una chapuza, nada profesional. ¿Una amante despechada, tal vez? Tenía que dejar aquella especulación inútil a la que soy tan propenso. Atenerme a lo que encontráramos y tirar para adelante. Aunque había algo que me rascaba en el fondo de la mente, algo que...
Una nube de mierda me golpeó como un peso pesado. Ahora si que estaba desorientado. Dos bolsas de basura caídas del cielo me habían dado en toda la cabeza, rompiéndose y regándome un poco mas de desperdicios.
-¡Joder! ¿Qué coño ha pasado? –balbuceé como pude.
Un patrullero me respondió rápidamente.
- Han caído del segundo, creo que ahí vive una familia de inmigrantes filipinos.
Decir una familia era quedarse corto. Resultaba que en un piso de dos habitaciones vivían diecisiete inmigrantes ilegales, hacinados como ratas. Producían montones de basura y la arrojaban por la ventana. Total, que importaba con la huelga de barrenderos sin solución posible.
-Vaya, vaya, un misterio menos. –dijo con cierta sorna Sheridan. –Nadie se dedicó a tapar el cadáver de la mujer con bolsas de basura. El cadáver estaba en el callejón y tres bolsas grandes de los-que-van-a-ser-deportados lo ocultaron.
-Tal y como yo lo veo -continuó- hubo un intento de atraco. El hombre se quiso hacer el héroe, se puso delante para defender a su mujer (demasiado mayor para ser su amiguita) y recibió dos tiros en el pecho. El ladrón se adelantó con la pistola alzada, apoyó la cuarenta y cinco en el cuello de ella y la mató. El collar de perlas se dispersó por toda la escena. Algo pasó entonces que le hizo huir sin coger nada, quizá testigos.
Joder, tenía sentido, Sheridan era muy bueno cuando se ponía a ello. Eso me cabreó aun más, yo había estado a punto de llegar a esas conclusiones cuando me golpeó la basura. Y ahora parecía un gillipollas, con restos de comida filipina por toda la gabardina.
-Detective, detective.- la voz del patrullero me sacó de mis pensamientos.- He encontrado la cartera del muerto.
Se la arrebaté de las manos de malos modos, la verdad. Al instante me sentí culpable, el chaval solo intentaba ayudar. Dudé un segundo sobre decir algo o no, pero noté como Sheridan me miraba con curiosidad. No quise parecer un blandengue y lo dejé correr. Abrí la cartera y mire el nombre del permiso de conducir. Me recordó a algo, a eso mismo que bullía en mi nuca hace un rato, a un viejo recuerdo.
-Te equivocas, compañero. Todo esto es un montaje.
-¿Qué coño dices, Ferris?
-Que alguien quería que pareciese eso que acabas de contar. Pero también quería que lo descubriésemos. Este permiso no es del muerto, el asesino se lo puso.
Sheridan me arrancó de las manos la licencia antes de que terminara la frase.
-Joder, esto se acaba de complicar mucho. Vamos a tener que molestar a gente importante con este caso.- Sheridan había palidecido. Por supuesto, había reconocido el nombre. Pero todo Gothamita lo habría reconocido. Thomas Wayne había sido el muerto más famoso de la historia de esta ciudad. Hacia treinta años que le mataron en estas mismas circunstancias. Y su hijo Bruce era el hombre más poderoso de la ciudad.

Me llamo Duncan Ferris, soy policía en Gotham City y esta es la historia de cómo conocí a Batman.
Bueno, ¿que opinais? ¿merece continuacion?

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

RM: una puta mierda me parece...

octubre 16, 2005  
Anonymous Anónimo said...

Muy bueno tío. Ya estás poniéndote con la segunda entrega ;-)

Ánimo!

Agur,
Nando.

octubre 26, 2005  
Anonymous Anónimo said...

RM: Está bien. Buen ritmo. Lo que pasa es que soy contrario a los fanfics: me parecen una pérdida de tiempo, y luego es difícil que te los publiquen, por aquello de que nadie quiere meterse en líos de derechos y tal. No es muy difícil crear personajes propios, o jugar con referentes sin ser tan decididamente fan.

Ojo, el término "carné de conducir" suena raro... por demasiado español. En los USA siempre se usa el término "permiso de conducir" o "licencia de conducir". Creo que no llevan foto.

octubre 31, 2005  
Blogger Roberto Politi De La Matanza said...

Está muy buena, dale para adelante. No es importante publicar o no lo que uno hace. Lo que importa es hacer algo bueno y disfrutar hacerlo.

El que se priva de hacer o decir lo que quiere por el hecho de que un tercero lo publique o no es un idiota, un reprimido.

Además, ya lo estás publicando vos por internet!!!!!!

Saludos!

junio 26, 2009  
Blogger Roberto Politi De La Matanza said...

Está muy buena, dale para adelante. No es importante publicar o no lo que uno hace. Lo que importa es hacer algo bueno y disfrutar hacerlo.

El que se priva de hacer o decir lo que quiere por el hecho de que un tercero lo publique o no es un idiota, un reprimido.

Además, ya lo estás publicando vos por internet!!!!!!

Saludos!

junio 26, 2009  

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