Los años 90 (1)
Los años 90 están considerados por la inmensa mayoría de aficionados como la peor época de la historia de los superhéroes. Una nueva generación de dibujantes, ciertamente espectaculares pero malos narradores de historias, alcanzó cotas de éxito nunca antes vistas. Con contratos millonarios y tratados como estrellas de cine, la fama se les subió a la cabeza y se volvieron comodones. Empezaron a dibujar solo lo que les apetecía, los guionistas sabían bien que no eran las estrellas, que su trabajo estaba totalmente supeditado al capricho del “Hot Artist”.
Eran los Jim Lee, Todd McFarlane, Rob Liefeld, Whilce Portaccio... y vendieron millones de comics, un número increíble que no se alcanzaba desde la Edad de Oro. Las editoriales empezaron a practicar todo tipo de trucos de marketing: portadas dobles, pegatinas, números especiales editados con varias portadas (así el coleccionista compraba dos o mas veces el mismo comic)...
Además, corrió la voz de que el comic era una buena inversión económica ya que se pagaban precios astronómicos por primeras ediciones de Superman y Batman de 1940. Así decenas de miles de personas empezaron a comprar comics para guardarlos en bolsas protectoras, sin leerlos siquiera, aumentando artificialmente las tiradas.
Pero claro, esos comics antiguos eran caros por su rareza. Cuando hay un stock de millones de ejemplares de X-Force 1, no vale una mierda. Este fenómeno especulativo estuvo a punto de acabar con Marvel. Eso, e Image.
Porque las superestrellas querían mas pasta y Marvel no estaba dispuesta a pagarles aun más. Así que se juntaron todos y abandonaron la editorial para fundar una propia: Image. Allí tendrían toda la preciosa libertad creativa que Marvel les negaba. Por supuesto, todos y cada uno de ellos se dedicaron a copiar a los X-Men y a hacer comics totalmente estúpidos.
Marvel, desesperada, se lanzó a contratar a todo aquel que supiera coger un lápiz e imitar a las estrellas prófugas. DC no iba a ser menos. Todos los comics estaban protagonizados por copias de Lobezno y Gambito, tipos duros que fumaban, llevaban gabardinas y mucho cuero, portaban armas más grandes que ellos mismos y de héroe tenían bien poco. El realismo que Alan Moore y los 80 trajeron a los comics se quedó en hacer las cosas mas sucias y la desaparición de la imaginación y fantasía típica de los superhéroes. Todo eran músculos hinchados e inexistentes, insulto a la anatomía humana, rechinar de dientes, tetas y piernas imposibles. Todo debía ser nuevo y guay, los viejos personajes fueron sustituidos por versiones “modernas” de los mismos. El guión y la inteligencia se olvidaron en favor de la imagen y las ventas. Todos los comics estaban envueltos en deleznables “crossovers”, de manera que para seguir una serie debías comprar otras diez que no te interesaban. Había quince o más series de mutantes y derivados de la Patrulla X, cuatro o cinco de Spiderman, Batman y Superman y se olvidaba lo que había hecho grandes a esos personajes. Cientos de miles de lectores dejaron los comics en esta época.
Entre toda esa morralla destacaron un puñado de series que, por cierto, no tenían las ventas millonarias de las otras. Sandman de Neil Gaiman, Hulk de Peter David, Starman de James Robinson, algunos comics totalmente mercenarios de Alan Moore y cositas de aquí y de allí.
Eran los Jim Lee, Todd McFarlane, Rob Liefeld, Whilce Portaccio... y vendieron millones de comics, un número increíble que no se alcanzaba desde la Edad de Oro. Las editoriales empezaron a practicar todo tipo de trucos de marketing: portadas dobles, pegatinas, números especiales editados con varias portadas (así el coleccionista compraba dos o mas veces el mismo comic)...
Además, corrió la voz de que el comic era una buena inversión económica ya que se pagaban precios astronómicos por primeras ediciones de Superman y Batman de 1940. Así decenas de miles de personas empezaron a comprar comics para guardarlos en bolsas protectoras, sin leerlos siquiera, aumentando artificialmente las tiradas.
Pero claro, esos comics antiguos eran caros por su rareza. Cuando hay un stock de millones de ejemplares de X-Force 1, no vale una mierda. Este fenómeno especulativo estuvo a punto de acabar con Marvel. Eso, e Image.
Porque las superestrellas querían mas pasta y Marvel no estaba dispuesta a pagarles aun más. Así que se juntaron todos y abandonaron la editorial para fundar una propia: Image. Allí tendrían toda la preciosa libertad creativa que Marvel les negaba. Por supuesto, todos y cada uno de ellos se dedicaron a copiar a los X-Men y a hacer comics totalmente estúpidos.
Marvel, desesperada, se lanzó a contratar a todo aquel que supiera coger un lápiz e imitar a las estrellas prófugas. DC no iba a ser menos. Todos los comics estaban protagonizados por copias de Lobezno y Gambito, tipos duros que fumaban, llevaban gabardinas y mucho cuero, portaban armas más grandes que ellos mismos y de héroe tenían bien poco. El realismo que Alan Moore y los 80 trajeron a los comics se quedó en hacer las cosas mas sucias y la desaparición de la imaginación y fantasía típica de los superhéroes. Todo eran músculos hinchados e inexistentes, insulto a la anatomía humana, rechinar de dientes, tetas y piernas imposibles. Todo debía ser nuevo y guay, los viejos personajes fueron sustituidos por versiones “modernas” de los mismos. El guión y la inteligencia se olvidaron en favor de la imagen y las ventas. Todos los comics estaban envueltos en deleznables “crossovers”, de manera que para seguir una serie debías comprar otras diez que no te interesaban. Había quince o más series de mutantes y derivados de la Patrulla X, cuatro o cinco de Spiderman, Batman y Superman y se olvidaba lo que había hecho grandes a esos personajes. Cientos de miles de lectores dejaron los comics en esta época.
Entre toda esa morralla destacaron un puñado de series que, por cierto, no tenían las ventas millonarias de las otras. Sandman de Neil Gaiman, Hulk de Peter David, Starman de James Robinson, algunos comics totalmente mercenarios de Alan Moore y cositas de aquí y de allí.
Hasta que a mediados de la década y con la industria en crisis, Flash volvió para salvarnos a todos. El relámpago golpeaba por tercera vez. El Flash del joven guionista Mark Waid nos devolvió todo lo bueno de épocas pasadas e inició un camino que otros seguirían
3 Comments:
Es cierto que todos esos tebeos son horribles, pero reclamaban una cosa para los tebeos de SH: espectáculo, pero lo hicieron muy mal con un enfoque totalmente erróneo, hasta que llegó The Authority
Hombre, yo creo que fue una epoca muy muy floja, pero fiel reflejo del rumbo que tomaban todos los aspectos culturales de la sociedad. Me refiero a la música, la televisión, etcetc...
Eso es lo triste, que hasta el mundo del tebeo se contagió de toda la pérdida de valores morales que se dió en general en el mundo.
Pero bueno, la verdad es que también hubo sorpresas agradables, lo que pasa es que tenías que investigar muy muy profundamente...y de esa mierda nacieron grandes autores actuales, tampoco hay que olvidarlo, caso de Ellis, Gaiman(ya se que puede ser de los 80, pero bueno, el nucleo prinicpal de Sandman se desarrolló en los 90), Busiek(por cierto, "Astro city" es de los 90...uno de mis comics favoritos de todos los tiempos...), y otros muchos que hoy en dia estan dando guerra y de la buena, gracias a Dios...
Es que Astro City es la hostia en verso. Pero tranquilo, de ella junto con Marvels, Kingdom Come y Vengadores de Busiek hablare en los Años 90 (2)
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